Muchos trucos de toda la vida y de los que utilizan las abuelas, sobre todo en la cocina, son pura química, elementos reaccionando entre sí. La American Chemical Society ha creado una serie llamada precisamente Reactions en la que pone nombre a todos esos trucos tradicionales que han pasado de generación en generación.
Compartimos algunos ejemplos:
Madurar la fruta muy verde
Lo ideal sería comprar la fruta en su punto de madurez, pero para que dure más en casa antes de echarse a perder, hay quien la compra un poco verde o a veces es que simplemente está así. Para hacer que acelere la maduración y la podamos comer antes, el truco está en meter las piezas de fruta en una bolsa con otra que ya esté madura.
La clave está en un compuesto gaseoso llamado etileno. Se trata de un gas que desprenden las frutas maduras y que acelera la maduración. Por tanto, si juntamos en una bolsa, por ejemplo, unos plátanos verdes y unos tomates maduros, estos últimos desprenderán etileno que quedará atrapado dentro del envoltorio, favoreciendo la maduración de los primeros.
Pero hay que tener cuidado porque a más maduración, más etileno. Si nos pasamos, se puede echar a perder toda la fruta.
Para que las galletas aguanten más tiempo
Esas ricas galletas caseras o pastas, que recién salidas del horno están buenísimas, a los pocos días se vuelven secas y duras. Para esto también hay truco.
Las galletas llevan azúcar, de uno u otro tipo, y todos los azúcares son higroscópicos, es decir, que absorben la humedad del medio en el que se encuentran.
Pero si introducimos en el tarro donde las guardamos una rebanada de pan de molde, estarán en perfectas condiciones más tiempo. Esto es así porque el pan tiene más humedad, que aportará al ambiente y evitará que las galletas se sequen.
Café con sal
El café no está siempre a nuestro gusto. Puede estar aguado, demasiado caliente o con un regusto amargo como de haber hervido más de la cuenta.
Para este último problema, existe una sencilla solución gracias a la química: basta con añadir un pequeño pellizco de sal. Al diluirse la sal en el café, el sodio que la compone actúa sobre los receptores de nuestra lengua, bloqueando la captación del sabor amargo.
Fregar con coca cola
En torno a las propiedades de la coca cola hay mucho mito sin confirmar, pero hay otros que la química sí puede probar. Entre ellos, que este refresco puede ayudarnos a limpiar una sartén que hayamos dejado en el fregadero durante demasiado tiempo.
Esto es así porque la coca cola contiene ácido fosfórico, un compuesto químico ácido que se incluye en bebidas no alcohólicas y cuyos otros usos incluye el de limpiar óxido y otros compuestos de superficies metálicas.
De forma que si una sartén tiene restos secos y pegados, podemos dejarla en remojo con la cola un rato y luego fregarla con agua y jabón, facilitando la limpieza. Ese mismo ácido fosfórico es el que hace que un tornillo o una moneda vieja bañados en la popular bebida recuperen su aspecto brillante.
El llanto de la cebolla
Da igual que te esfuerces por no respirar o que apartes la cabeza al cortar cebolla: en cuestión de segundos te llorarán los ojos sin que puedas hacer nada por evitarlo. Y lo peor es que te picarán y mucho. Bueno algún remedio hay.
Las cebollas contienen una molécula inodora llamada trans-(+)-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido. Sí, todo eso es su nombre. Al cortarla, rompemos sus células y liberamos una enzima llamada alinasa, que al entrar en contacto con esa molécula produce tres compuestos volátiles: piruvato, amoniaco y (aquí va otro término complejo) syn-propanotial-S-óxido.
Este último actúa sobre nuestro sistema nervioso a través de nuestros ojos. No está muy claro por qué esto es así, aunque los científicos apuestan por una fuerte reacción al entrar en contacto con el agua que recubre el ojo.
Este efecto no se puede eliminar del todo, pero sí reducir, de dos formas: por un lado, refrigerando las cebollas, ya que el frío disminuye la liberación de componentes volátiles, y por otro lavando la cebolla a medida que la cortamos, ya que ayuda a eliminar el propanotial, que es soluble en agua.
Ya ves que al final saber algo de química ayuda en las cosas más sencillas del día a día.